Durante décadas, los juegos físicos han sido el pilar de la industria. Coleccionables, intercambiables, prestables. Formaban parte de la experiencia gamer tanto como el mando o la consola. Pero desde hace unos años, esa presencia ha empezado a diluirse: el avance del formato digital, el auge del cloud gaming y la apuesta por servicios como Game Pass, PS Plus o Steam han puesto contra las cuerdas al disco y al cartucho.
En este artículo exploramos si realmente están muriendo los juegos físicos, cuáles son las causas de este fenómeno y qué consecuencias puede tener para jugadores y coleccionistas.
El auge imparable del formato digital
Las cifras no mienten. Según datos de GSD (Games Sales Data), más del 70% de los videojuegos vendidos en Europa en 2024 fueron en formato digital. En mercados como Japón, esa cifra supera el 90%. El principal motivo es evidente: comodidad.
Descargar un juego desde casa, sin necesidad de cambiar discos, sin ocupar espacio físico, y con acceso inmediato, se ha convertido en el nuevo estándar. Además, las ofertas digitales, bundles y suscripciones ofrecen mucho valor por menos dinero.
Steam, Epic Games Store, Xbox, PlayStation, eShop… Todas han potenciado sus tiendas online con contenido exclusivo, reservas anticipadas y actualizaciones constantes. El disco ha pasado de ser una necesidad a un simple soporte opcional. Además, los servicios de suscripción como Ps Plus o Xbox GamePass, cuentan con juegos digitales.
La desaparición silenciosa de los estantes físicos
El auge del formato digital no solo ha cambiado la forma en que compramos videojuegos, sino también el aspecto de las tiendas físicas. Donde antes había largas estanterías llenas de cajas, ahora encontramos un espacio reducido dedicado a juegos en formato físico, desplazado por merchandising, accesorios o incluso productos que nada tienen que ver con el gaming.
Grandes cadenas especializadas han tenido que reconvertir parte de su negocio para sobrevivir, apostando más por figuras coleccionables o periféricos que por los propios juegos. Incluso en hipermercados y grandes superficies, donde antaño las novedades físicas ocupaban pasillos enteros, hoy se ven apenas unas pocas copias de los lanzamientos más importantes.
Este fenómeno no es solo consecuencia del cambio en los hábitos de consumo: las propias editoras y fabricantes impulsan este desplazamiento, priorizando las ventas digitales que les permiten ahorrar en producción y distribución, además de quedarse con un margen de beneficio mayor. Así, el formato físico se enfrenta a una lenta pero constante desaparición de los escaparates.
¿Por qué siguen existiendo los juegos físicos?
A pesar de esta tendencia, los juegos físicos no han desaparecido del todo. ¿Por qué?
- Coleccionismo: Ediciones limitadas, steelbooks, cajas retro… aún tienen tirón para quienes valoran el objeto.
- Regalos: El formato físico sigue siendo una forma tangible de obsequiar.
- Valor de reventa: Puedes venderlos, cambiarlos o prestarlos.
- Pérdida de acceso digital: Cuando un juego desaparece de una tienda online, el físico puede seguir jugándose.
- Velocidad de instalación: A veces el disco ayuda a reducir el tiempo de descarga inicial (aunque ya siempre requiere parches).
El papel de las consolas en este cambio
Las consolas actuales están divididas: modelos como Xbox Series S o PS5 Digital no tienen lector. Nintendo Switch aún conserva el cartucho, pero muchos juegos ya vienen incompletos y requieren descargas adicionales. De hecho, con la Switch 2 en el mercado, ya se pueden ver que los juegos físicos son incluso más baratos que los digitales.
En el caso del PC, el lector de discos ya es prácticamente inexistente. Y en portátiles como Steam Deck, el concepto de juego físico ni siquiera entra en la ecuación.
Todo apunta a un futuro donde las propias consolas terminarán forzando el salto definitivo al 100% digital, como ya ocurre en móviles.
¿Qué pasa con la preservación del videojuego?
Uno de los argumentos más sólidos a favor del físico es la preservación. Cada vez más juegos desaparecen de las tiendas digitales por licencias caducadas, cierres de servidores o decisiones empresariales. Ejemplos como Scott Pilgrim, P.T. o DuckTales Remastered muestran que sin copia física, un juego puede desaparecer para siempre.
Los coleccionistas, archivistas y fans del retro ven en el formato físico una barrera contra el olvido. Y aunque hay iniciativas de conservación digital, dependen de las decisiones de cada compañía.
¿Estamos ante el fin inevitable de los juegos físicos?
El formato físico no desaparecerá de la noche a la mañana, pero sí perderá peso hasta quedar relegado a un nicho. Ediciones coleccionista, packs especiales o lanzamientos limitados seguirán existiendo, pero como objeto de lujo, no como estándar.
Las nuevas generaciones de jugadores, nacidas ya en un mundo digital, no tienen el mismo apego por la caja o el manual de instrucciones. Para ellos, un juego es un icono más en la biblioteca.
¿Qué pasa con las ediciones coleccionista en la era digital?
Las ediciones coleccionista han sido, durante años, el gran reclamo físico para los fans más fieles: figuras exclusivas, steelbooks, libros de arte, bandas sonoras… Pero en plena era digital, estas ediciones están cambiando. Cada vez es más habitual encontrar ediciones coleccionista sin disco, en las que el contenido físico (como una estatua o una caja metálica) viene acompañado de un simple código de descarga.
Este fenómeno ha generado cierto rechazo en parte del público, que considera contradictorio pagar por una edición premium sin recibir el juego en formato físico. Empresas como Nintendo, Sony o incluso Limited Run Games han lanzado coleccionables que, a pesar de su aspecto físico, requieren conexión a internet para acceder al juego. En algunos casos, ni siquiera se incluye la banda sonora en CD, sino una clave para escucharla en plataformas digitales.
Este cambio también plantea una pregunta incómoda: ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por la ilusión de lo físico? Muchos jugadores denuncian que se está vendiendo una experiencia “premium” a precio completo sin ofrecer un producto tangible real. En última instancia, el formato físico se está vaciando de contenido y de funcionalidad. Lo que antes era sinónimo de propiedad ahora se convierte en una carcasa decorativa. El futuro del coleccionismo pasa por redefinir qué significa poseer un juego en la era digital. ¿Es suficiente con una caja y una figura si el juego, en realidad, vive en la nube?
La paradoja es evidente: una caja de lujo para un producto intangible. Y aunque el valor del objeto sigue atrayendo a muchos coleccionistas, se abre el debate sobre si estas ediciones siguen cumpliendo su propósito o se han convertido en un símbolo vacío de nostalgia. ¿Es coleccionismo real si no incluye el juego?
















